LA INCLUSIÓN EN LA ESCUELA, ¿UN DESEO O UNA REALIDAD?

Desde el Marco de Acción sobre las Necesidades Educativas Especiales (Salamanca, 1994), citado en el documento para el apoyo psicopedagógico en los centros educativos, se establece el principio de inclusión, donde se consigna que las escuelas regulares deben acoger a todos los niños y niñas independientemente de sus condiciones físicas, intelectuales, sociales, emocionales, lingüísticas u otras, pues se entiende que “todos los niños deben aprender juntos”.
En nuestro currículo existen varios principios que sustentan lo antes citado, además de ordenanzas, ordenes departamentales, artículos legales y la misma ley de educación 66-97; más la pregunta es ¿se materializan estos en la realidad contextual de los centros educativos?
Me parece preciso analizar desde el punto de vista de nuestra realidad actual el tema de la inclusión educativa en nuestras aulas, dado que se contempla en nuestro currículo como algo que debería ser un hecho, mas aparentemente no trasciende de ser una simple quimera, cuando en verdad, en muchos centros educativos la exclusión y en el mejor de los casos la simple integración refleja mejor la realidad.
No podemos negar que hoy más que ayer en nuestro sistema educativo se le está dando suma importancia al tema de la inclusión, pero al parecer; por un lado, los que estamos llamados a concretarla en las aulas la estamos confundiendo con integral al niño o niña con discapacidad o alguna NEAE sin hacer las adaptaciones necesarias para que este se sienta parte del grupo y los demás lo vean con normalidad.
El sistema educativo por otro lado, lo incluye en el currículo, crea las ordenanzas, lo visualiza en las imágenes de los libros, capacita a su personal, pero, tenemos escuelas sin rampas (incluso escuelas remodeladas), no tenemos escuelas rotuladas con braille (muchas ni siquiera tienen las señales de rigor), no tenemos sillas o butacas adecuadas para niños con ciertas discapacidades, ni el espacio suficiente, entre otras cosas que nos dicen que existe aunque sea en lo más remoto una dicotomía entre lo que quiere nuestro currículo y lo que tenemos en realidad.
La situación podría ser diferente si nos hacemos más conscientes de que la inclusión tiene como principio básico, que cada niño/a posee intereses, competencias, habilidades, características y necesidades de aprendizaje diferente, y que es el sistema el que debe realizar las adaptaciones necesarias y pertinentes para dar respuesta a cada niño.
Mi llamado es a reflexionar en la necesidad de repensar el tema de la inclusión desde nuestra realidad y lo mucho que podemos lograr en los niños con necesidad de apoyo específico si comenzamos a ver la inclusión más que como un tema de integral a estos niños al sistema educativo para “ver si logran aprender algo”, entenderlo como una herramienta transformadora que responde a la diversidad de los estudiantes, de hecho no solo a los que poseen cierta discapacidad o NEAE, sino más bien pensar en las diferencias como algo normal y un asunto de equidad donde todos tengamos derecho a una educación integral y de calidad, tal y como lo establece el currículo.
Autora: Yajaira Peralta Calderón M.A.
San Juan de la Maguana R.D.
Maestra Yahaira le felicito por este tan importante artículo. Antes de la aplicación de la Ley 66-97 se les ponía trabas en las escuelas normales a estudiantes que tenían alguna condición de discapacidad. Soy director de la escuela Primaria Mogollón y puedo afirmar que en mi escuela tenemos estudiantes con esas condiciones, se han observado en ellos cambios notables dentro de su programa especial y los maestros reciben buen seguimiento de los psicólogos de la Regional. Le felicito por tan importante artículo.
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